viernes, 30 de enero de 2015

Una carta desde la mazmorra: Cagliostro.



Presentamos un documento caligráfico de excepción.

Se trata de una carta escrita hacia 1790 desde una mazmorra de la Prisión italiana de Saint Leo por un cautivo condenado por la Inquisición. Es una misiva desesperada dirigida a su esposa a la que expone su cada vez más penosa situación, le conmina a que ruegue a Dios por su alma, expresa  que su último consuelo es el deseo de morir en sus brazos  y finaliza con un lapidario: “Tu esposo infeliz que te ama muriendo”.
¿Debería conmovernos? Sin duda parece sincera.
No obstante procede del puño de uno de los personajes más controvertidos y misteriosos de todos los tiempos, para la mayoría un auténtico farsante: Cagliostro.

El análisis grafológico de Max Pulver.
A pesar de haber sido encumbrado y defendido por la masonería, el análisis de Pulver  incluye a Cagliostro (como hace con Rasputín)  en la categoría de los impostores  poco nocivos en cuanto autores de “engaños piadosos”. 

La escritura atáctica con interrupción en los trazos, las repetidas torceduras y formas chafadas, que son propias de una edad no muy avanzada pero deteriorada por el precario estado de salud, evidencia el estado psicológico en el que ha sido escrita la carta.

Ser católico y masón estaba castigado con la pena máxima. Excomulgado y  condenado al patíbulo, a Cagliostro se le conmutó la pena por una reclusión de por vida.  

La angustia de saberse enterrado en vida aflora sin duda en la propia evolución dramática de lo escrito. Como señala Pulver, Cagliostro intenta en vano dominarse enderezando algunas palabras. Inicialmente “conserva la posición recta y prudente…va en aumento la tendencia destrógira y finalmente, se lanza fuera sollozando…al pecho de la persona a la que va dirigida la carta”.

Pero ¿quién era realmente Cagliostro?

"He tenido muchos nombres. ¿Qué es un nombre?"
Giusseppe Balsamo había nacido en 1743 en una familia pobre de Palermo. No le gustaba estudiar con los frailes aunque la química se le daba bien. En Roma se ganó la vida como buhonero y falsificador. Se casó con Lorenza Feliciani cuya belleza utilizaba de reclamo sexual  en sus numerosos fraudes. Huidos de Italia deambularon por Europa durante diez años reapareciendo en  Londres como falsos condes.

El ingreso del conde Cagliostro en una logia masónica de la que fue elegido gran maestro le permitiría viajar por las cortes de toda Europa ganándose su favor. En Estrasburgo sanaría milagrosamente al Cardenal Luis de Rohan, individuo arrogante pero sugestionable, que, a consecuencia de su ambición política fue el único primo del timo más sonado de la época.

Su amigo Balsamo, que le había aconsejado en el escandaloso asunto, acabó también en la cárcel. A pesar de ser absuelto, su estancia en la Bastilla resultó fatal pues, en su ausencia, sufrió la delación de la condesa, después recluida en un convento,  que acabó revelando la condición de masón del conde.

Cagliostro el iluminado.
Pulver no puede ser inmune a semejante historial que necesariamente ha de manifestarse en el único resto material de su personalidad. Quiere ver más allá de este fruto literario del cautiverio. No quiere dejarse embaucar por la fuerza y el encanto de Balsamo. Quiere desenmascarar al hombre. 

¿Cómo no prevenirse frente a alguien que fechaba su documentación en el año 5.000?

La presión en los trazos demuestra una gran fuerza vital y la frecuencia de formas apuntaladas evidencia la “necesidad de fanfarronear”, de una exagerada confianza en uno mismo, de una “ambición indómita, tal como lo encontramos a menudo en los artistas y en los hipnotizadores que se presentan ante el público”.

Para Pulver “bajo la capa triste de su sollozo sin remedio, no vive quizás una personalidad relevante, pero sí un hombre que el lenguaje popular suele llamar "un tío estupendo"”.
La claridad de su escritura es sólo aparente, pues la existencia de fragmentos poco legibles y el cambio de vocales y consonantes obedece a un deseo inconsciente de engañar.

No olvidemos que Cagliostro presumía de convertir el plomo en oro, duplicar el tamaño de los diamantes o curar con sus elixires milagrosos.

Reproducía el lenguaje de los ángeles por ventriloquía o lo escribía sobre el agua, Como médium se comunicaba con los muertos y conocía las prácticas ocultistas de los egipcios.

Se jactaba de haber conocido a Moisés, a Salomón, haber sido discípulo de Sócrates y charlado con varios emperadores romanos. Según el mismo relataba, caminó junto a Jesucristo a orillas del lago Genezaret  y fue invitado a las bodas de Canaán, considerándose nada menos que sucesor de los profetas Enoch y Elías.

Sin embargo,  por encima de esta sarta de despropósitos, su ardid más elaborado fue la construcción de “un sistema potente de logias en el centro de Europa. Y así se transformó este charlatán en el gran taumaturgo que asombraba medio mundo. El dinero le llovía ahora a manos llenas a este milagrero y curandero” pues todos querían ávidamente participar de sus secretos a cualquier precio.

Cagliostro hizo uso de numerosos nombres falsos, de títulos falsos como el de “Conde” o “Gran Copto” del rito masónico egipcio, inventado por él mismo al frente de cuya rama femenina situó convenientemente a su mujer como “Reina de Saba”.  

Respecto a las alcahueterías cometidas con ella, Pulver puntualiza que la “amaba a su manera a pesar de explotarla y corromperla de un modo vergonzoso”.

Cagliostro falsificador.
Balsamo cometió innumerables fraudes desde edad bien temprana (se dice que llegó a robar los cepillos de las iglesias)  falsificando bonos, billetes y testamentos algunos tomados por auténticos  en los tribunales.

La oscilación en el grado de enlace confirma que Cagliostro era perezoso pues para Pulver “es incomprensible que ni sus conocimientos de química y alquimia ni las curas de rejuvenecimiento” (su mujer afirmaba con astucia tener 60 años gracias a esas curas cuando en realidad contaba con solo unos veinte) ”ni las sesiones hipnóticas y los almuerzos con los espíritus le produjesen dinero suficiente para satisfacer las necesidades de su estado”

Su gusto por las artes gráficas, se manifiesta en el empleo de la pluma ancha de ganso, saturando el trazo mediante el empleo de rasgos antiguos de estilo rococó que traslucen modelos ingleses o españoles.

No podía ser de otro modo pues Cagliostro era un excelente calcógrafo capaz de reproducir un dibujo a pluma de Rembrandt para venderlo como auténtico o de copiar la firma del mismísimo Cassanova sin que éste fuera capaz de diferenciarla de la propia.

Además de convivir largo tiempo con un falsificador, Marchese dÁgliata, que le proporcionó algunos diplomas falsos se codeó con la falsificación de altos vuelos: Villete el “especialista en materia grafica de la banda de ladrones de Madame de la Motte” que escribió las cartas falsas de Maria Antonieta al Cardenal de Rohan.

Algunas preguntas.
Llegados a este punto podemos plantear numerosas cuestiones. Algunas, como el por qué un hombre de sus capacidades artísticas las oriento hacia fines tan aviesos, son respondidas por la lógica  aplastante de Pulver cuando señala:

“El paso de copista falsificador es tanto más fácil cuanto que ambos se sirven de los mismos talentos, incluso tienen que emplear la misma escrupulosidad formal para realizar un trabajo de valor. El talento que puede transformarse en seductor y la escrupulosidad no son, pues componentes auténticos de la conciencia; uno puede ser concienzudo sin tener conciencia.
El parecido profundo entre el conocedor experto y el imitador, por una parte, y el falsificador perfecto, por otra, consiste en el carácter ambivalente, que lleva en sí el interés y el empeño. La habilidad y el interés pueden llevar a la imitación y lo forma sólo la mentalidad de la persona que decide por el lado moralmente permitido o prohibido”.

Otras muchas, como por qué este iluminado en tiempos del “Iluminismo” y del “Imperio de la Razón” gozó de una popularidad sin igual o acabó pudriéndose en la cárcel acusado de francmasón y no de falsedad tienen una difícil respuesta.