La
actual presencia en España de una importante población de origen chino incita la curiosidad acerca de una escritura tan alejada de los modelos latinos. Su creciente
actividad comercial, antes desconocida, obliga a plantearse si en el futuro será
necesaria una hipotética peritación caligráfica, algo que en el pasado podía
considerarse casi anecdótico.
Mucha historia y
muchos estilos.
Hagamos,
aunque sea someramente, un breve recordatorio histórico. Los caracteres chinos aparecen
por vez primera en forma de líneas rectas sobre diferentes soportes: se trataba
de una escritura ritual o litúrgica grabada sobre huesos de bueyes o
caparazones de tortugas usados para adivinar el futuro (“jiaguwen” o idioma del
caparazón de hueso) y, posteriormente, en vestimentas u objetos litúrgicos de
bronce (“jinwen” o idioma del metal”).
Su
invención hace más de 3.500 años se atribuye al mítico Can Jie,
ministro del Emperador Amarillo Huang Di quien se habría inspirado
en las huellas dejadas por los pájaros (curioso paralelismo con la escritura
cuneiforme que, hasta ser descifrada por Rawlinson, fue atribuida por
algún iluminado a la acción errática de las patas de los pájaros sobre la arcilla
húmeda).
No
obstante, esta escritura inicial carecía de reglas fijas y su estandarización es
fruto de un largo proceso evolutivo con sucesivos estilos históricos y
revisiones que siguen siendo utilizadas solapadamente: el más antiguo, el “estilo
del sello”, era una mera adaptación al papel de las formas rituales grabadas primero,
mediante caracteres irregulares (grandes sellos) que después fueron estandarizados
(pequeños sellos). Su estilo ampuloso lo sigue haciendo ideal para momentos
solemnes.
Pero
fue el nacimiento del imperio, su desarrollo burocrático y la centralización del
poder político el que impulsó la evolución
definitiva de la escritura china como una escritura áulica sujeta a continuas simplificaciones
producto de las necesidades administrativas : así, en el “estilo de los
escribas” o “clerical” abundan trazos cuadrados
y espesos con la punta escondida, aplanados en la zona media, espaciados y
tendentes a desbordar por los lados. Gracias al perfeccionamiento del pincel fue posible una mayor amplitud en los trazos
añadiendo ondulaciones. Ello desembocaría en el “estilo regular”, el grado de máxima
estandarización, sinónimo de la actual buena ortografía, que fija
definitivamente las reglas del trazado limita su número e introduce formas más
suavizadas, separadas, regresivas y sin desbordamiento alguno.
Como
deformación del estilo regular y producto de la rapidez del trazo surgen estilos
cursivos: el “estilo corriente”, usado profusamente en la vida cotidiana, en el
que el instrumento de escritura no abandona el papel produciendo la unión entre
los trazos. Después otro más caótico pero erudito, “el estilo de la hierba”
pues recuerda a las formas de éstas cuando son agitadas por el viento, con un
grado intencionado de esquematismo no apto para profanos y que lo convierte en
un tipo de escritura casi hermética.
El
proceso de simplificación de la escritura china no ha finalizado aún. En 1955
se procedió a la sustitución de 7000 caracteres de uso común refugiándose el
promedio de trazos de 16 a 8.
Trazos, radicales y
caracteres.
Los
caracteres chinos son el resultado de la combinación de 8 trazos básicos
(vertical, horizontal, angular, gancho, inclinado, sable, tilde y punto) cada
uno de los cuales posee una sombra o degradado característico y propio
determinado por el grado de presión al escribir con pincel y tinta que
determina el grosor. De la combinación de estos trazos surgen los “radicales” que,
a su vez, de forma aislada o combinados entre
sí, constituyen los caracteres. Unos doscientos de este conjunto de trazos,
radicales o caracteres se denominan “bushous” (cuya complejidad abarca desde 1 hasta 17 trazos). Su función es
similar a las letras del alfabeto y son utilizados en los diccionarios.
A diferencia
del carácter lineal de los sistemas latino los caracteres chinos adoptan una
distribución bidimensional, de manera que, salvo el punto, los trazos de
escriben de arriba abajo y de izquierda a derecha. Los radicales se disponen en
patrones en bloque o envolventes.
Difícil de escribir y
fácil de peritar.
Paradójicamente, esta especial complejidad de la escritura
china, especialmente propensa a los errores, y el modo particular de ejecutarla
facilitan el análisis pericial caligráfico.
Recordemos
que caracteres que tienen el mismo número de trazos se diferencian tan solo por
la longitud forma u ordenación de éstos y que no hay una relación directa entre
pronunciación y escritura por lo que es necesario memorizarlos.
Todo
ello se traduce en frecuente errores de escritura ya sean ortográficos o
incluso semánticos (de “palabra en blanco”) debidos al uso de un carácter de
sonido igual al que se quiere emplear pero de significado distinto.
Salvando las distancias, la ejecución de los caracteres chinos es similar a la de las letras mayúsculas. No obstante en éstas es irrelevante el sombreado, determinado por la mayor o menor presión del útil de escritura y que da lugar a variaciones en el ancho del trazo que constituyen un signo distintivo personal dela escritura china. En este sentido es decisivo el estilo utilizado al escribir: si se ha escrito trazo a trazo como en el estilo regular o uniéndolos entre sí como en los estilos cursivos.
Igualmente
la inclinación o la proporción son signos inequívocos de autoría pues, si bien
los caracteres chinos impresos son perfectamente cuadrados paralelos y simétricos, cuando son manuscritos
tienden a deformarse haciéndose más altos que anchos o viceversa. Del mismo
modo, la horizontalidad o verticalidad geométrica de lo impreso es sustituida
por formas oblicuas con persistencia de un ángulo característico.
Como
señala Carlos A Guzmán (Guzmán, Carlos A. (1994). El Peritaje caligráfico. Buenos
Aires. Ediciones La Roca, 1994, pág. 155 y ss.) “La existencia de un número determinado de
errores en un trozo de escritura es a veces suficiente para lograr un dictamen
concluyente…La manera de ejecutar los movimientos del elemento escritor junto
con el estudio detallado de las posiciones relativas de los trazos, revelan
hábitos del escribiente y son básicos para el examen de manuscritos”.
Esto,
que es aplicable a cualquier pericia caligráfica, tiene especial relevancia en
la escritura china pues a su juicio “los movimientos del elemento asociados con
la escritura china son más complicados y a menudo se pone más énfasis en el útil,
por ejemplo, al comienzo y final de un trazo y en el recodo de un trazo
angular. Los caracteres chinos incorporan más características útiles para el
examen y un campo más amplio de variación que sobreviene naturalmente”.