lunes, 15 de diciembre de 2014

Esto es chino.






La actual presencia en España de una importante población de origen chino incita la curiosidad acerca de una escritura tan alejada de los modelos latinos. Su creciente actividad comercial, antes desconocida, obliga a plantearse si en el futuro será necesaria una hipotética peritación caligráfica, algo que en el pasado podía considerarse casi anecdótico.

Mucha historia y muchos estilos.

Hagamos, aunque sea someramente, un breve recordatorio histórico. Los caracteres chinos aparecen por vez primera en forma de líneas rectas sobre diferentes soportes: se trataba de una escritura ritual o litúrgica grabada sobre huesos de bueyes o caparazones de tortugas usados para adivinar el futuro (“jiaguwen” o idioma del caparazón de hueso) y, posteriormente, en vestimentas u objetos litúrgicos de bronce (“jinwen” o idioma del metal”).

Su invención hace más de 3.500 años se atribuye al mítico Can Jie, ministro del Emperador Amarillo Huang Di quien se habría inspirado en las huellas dejadas por los pájaros (curioso paralelismo con la escritura cuneiforme que, hasta ser descifrada por Rawlinson, fue atribuida por algún iluminado a la acción errática de las patas de los pájaros sobre la arcilla húmeda). 

No obstante, esta escritura inicial carecía de reglas fijas y su estandarización es fruto de un largo proceso evolutivo con sucesivos estilos históricos y revisiones que siguen siendo utilizadas solapadamente: el más antiguo, el “estilo del sello”, era una mera adaptación al papel de las formas rituales grabadas primero, mediante caracteres irregulares (grandes sellos) que después fueron estandarizados (pequeños sellos). Su estilo ampuloso lo sigue haciendo ideal para momentos solemnes.

Pero fue el nacimiento del imperio, su desarrollo burocrático y la centralización del poder político  el que impulsó la evolución definitiva de la escritura china como una escritura áulica sujeta a continuas simplificaciones producto de las necesidades administrativas : así, en el “estilo de los escribas” o “clerical” abundan  trazos cuadrados y espesos con la punta escondida, aplanados en la zona media, espaciados y tendentes a desbordar por los lados. Gracias al perfeccionamiento del pincel  fue posible una mayor amplitud en los trazos añadiendo ondulaciones. Ello desembocaría en el “estilo regular”, el grado de máxima estandarización, sinónimo de la actual buena ortografía, que fija definitivamente las reglas del trazado limita su número e introduce formas más suavizadas, separadas, regresivas y sin desbordamiento alguno.

Como deformación del estilo regular y producto de la rapidez del trazo surgen estilos cursivos: el “estilo corriente”, usado profusamente en la vida cotidiana, en el que el instrumento de escritura no abandona el papel produciendo la unión entre los trazos. Después otro más caótico pero erudito, “el estilo de la hierba” pues recuerda a las formas de éstas cuando son agitadas por el viento, con un grado intencionado de esquematismo no apto para profanos y que lo convierte en un tipo de escritura casi hermética.

El proceso de simplificación de la escritura china no ha finalizado aún. En 1955 se procedió a la sustitución de 7000 caracteres de uso común refugiándose el promedio de trazos de 16 a 8.

Trazos, radicales y caracteres.

Los caracteres chinos son el resultado de la combinación de 8 trazos básicos (vertical, horizontal, angular, gancho, inclinado, sable, tilde y punto) cada uno de los cuales posee una sombra o degradado característico y propio determinado por el grado de presión al escribir con pincel y tinta que determina el grosor. De la combinación de estos trazos surgen los “radicales” que, a su vez,  de forma aislada o combinados entre sí, constituyen los caracteres. Unos doscientos de este conjunto de trazos, radicales o caracteres se denominan “bushous” (cuya complejidad  abarca desde 1 hasta 17 trazos). Su función es similar a las letras del alfabeto y son utilizados en los diccionarios. 

A diferencia del carácter lineal de los sistemas latino los caracteres chinos adoptan una distribución bidimensional, de manera que, salvo el punto, los trazos de escriben de arriba abajo y de izquierda a derecha. Los radicales se disponen en patrones en bloque o envolventes.

Difícil de escribir y fácil de peritar.

Paradójicamente,  esta especial complejidad de la escritura china, especialmente propensa a los errores, y el modo particular de ejecutarla facilitan el análisis pericial caligráfico.

Recordemos que caracteres que tienen el mismo número de trazos se diferencian tan solo por la longitud forma u ordenación de éstos y que no hay una relación directa entre pronunciación y escritura por lo que es necesario memorizarlos.

Todo ello se traduce en frecuente errores de escritura ya sean ortográficos o incluso semánticos (de “palabra en blanco”) debidos al uso de un carácter de sonido igual al que se quiere emplear pero de significado distinto.

Salvando las distancias, la ejecución de los caracteres chinos es similar a la de las letras mayúsculas. No obstante en éstas es irrelevante el sombreado, determinado por la mayor o menor presión del útil de escritura y que da lugar a variaciones en el ancho del trazo que constituyen un signo distintivo personal dela escritura china. En este sentido es decisivo el estilo utilizado al escribir: si se ha escrito trazo a trazo como en el estilo regular o uniéndolos entre sí como en los estilos cursivos.
Igualmente la inclinación o la proporción son signos inequívocos de autoría pues, si bien los caracteres chinos impresos son perfectamente cuadrados  paralelos y simétricos, cuando son manuscritos tienden a deformarse haciéndose más altos que anchos o viceversa. Del mismo modo, la horizontalidad o verticalidad geométrica de lo impreso es sustituida por formas oblicuas con persistencia de un ángulo característico.

Como señala Carlos A Guzmán (Guzmán, Carlos A. (1994). El Peritaje caligráfico. Buenos Aires. Ediciones La Roca, 1994, pág. 155 y ss.)  La existencia de un número determinado de errores en un trozo de escritura es a veces suficiente para lograr un dictamen concluyente…La manera de ejecutar los movimientos del elemento escritor junto con el estudio detallado de las posiciones relativas de los trazos, revelan hábitos del escribiente y son básicos para el examen de manuscritos”. 

Esto, que es aplicable a cualquier pericia caligráfica, tiene especial relevancia en la escritura china pues a su juicio “los movimientos del elemento asociados con la escritura china son más complicados y a menudo se pone más énfasis en el útil, por ejemplo, al comienzo y final de un trazo y en el recodo de un trazo angular. Los caracteres chinos incorporan más características útiles para el examen y un campo más amplio de variación que sobreviene naturalmente”.

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